Sobre Charly Garcia – La Mano

Tiene la misma estatura artística de los más grandes compositores de música popular de todos los tiempos. Recibió una educación musical formal, clásica, académica. Sus grandes canciones siempre son unas gemas perfectas, un instrumento de relojería preciso, por modulaciones inesperadas, fraseos rítmicos sugerentes, coloratura en los arreglos, instrumentos elegidos y el manejo de los espacios, climas, dinámicas y entonaciones. Nada está librado al azar.

Charly compuso discos como obras en sí mismas, con una colección de canciones bajo una estética y sonido únicos, tal como los grandes compositores hacían sinfonías, óperas o conciertos. La mayor parte de sus obras maestras están arregladas/ orquestadas con sonidos del mundo del rock y tienen todos los elementos que necesitaría cualquier música culta y rica, con muchísimos niveles de lectura, y nunca escatimó recursos ni arreglos para lograr expresar toda su diversidad estética.

La composición de Charly siempre estuvo permeable a todos los estilos musicales y a todas las nuevas tendencias. Arrancó con algo folk acústico y piano a lo Elton John. A los tres años estaba haciendo rock sinfónico progresivo, para luego armar un cuarteto en el cual hizo desde candombe beat, canciones, música disco, temas instrumentales super complejos, aires jazz rock y californicatión’s Steely Dan. Después abrazó la modernidad, la tecnología de punta y la new wave en solo un año. Y en la época que va de Parte de la religión a La hija de la lágrima usó su banda como una gran orquesta de rock.

Charly es un compositor integral: su música, letras, arreglos, ejecuciones, producción, concepto, estética, y diseño gráfico…todo es parte del escenario geopolítico del García compositor y sus universos, posibilidades y confrontaciones. Una particularidad en la evolución de la manera en que arregla, es que antes era super sintético, monofónico. Orquestaba minuciosamente. Ahora trabaja con un pincel más grueso, genera más texturas, más rugosidad, regraba y graba constantemente. Impurezas, loops chuecos, superposición de capas desprolijas, voces al límite de la afinación. Tiene discos donde todo está en equilibrio, simpleza, contundencia, claridad, pero también tenemos el caso de Say no more, donde reina el caos organizado y la imperfección a flor de piel. Sin embargo es tan válido porque es claramente una búsqueda estética.

Es un compositor prolífico, trasgresor y variado, en búsqueda de la superación artística y el cambio. Entiende la música y la siente. Es un observador de la musicalidad de las cosas, ya sea por su virtuoso oído absoluto o por su agudo sentido de la observación, sumado a un lenguaje preciso. Cada vez que dice “algo”, es un triple.

Es un caso único a lo largo de estos 34 años, porque mantuvo el cambio como factor común. Siempre fue fiel a sus necesidades, no dejándose atrapar por los dogmas ajenos, no siendo afectado por las opiniones de los otros, siguiendo su propia voz interior y su propia intuición, siempre sabiendo quién era y hacia dónde iba, siguiendo su propia moda, su propia época. Es un compositor auténtico, un líder, la única estrella del firmamento…¡es el que cierra y el que apaga la luz!